Un pedacito de nosotras en esta cuarentena
- andreaduartezapata
- 3 abr 2020
- 8 Min. de lectura

Paty:
Llegando de vacaciones comenzamos la cuarentena voluntaria debido al aumento de casos con COVID-19 instalados en nuestro país. La escapada familiar en conexión con la montaña y el mar fue un bálsamo para comenzar a vivir todo lo que estamos experimentando a la fecha.
A pesar de venir con la onda de vacaciones, nunca en éstas dejamos de estar informados del acontecer -mi mamá y papá viven en Santiago, ambos de la tercera edad y mucha gente que queremos también vive en la capital-, por lo tanto veníamos alertas y muy rápidamente asimilamos que nos teníamos que quedar en casa para no ponernos en riesgo a nosotros, a nuestros seres queridos y a nadie. Mi marido comenzó el teletrabajo, yo trabajo de manera independiente por lo que hasta ahora mis entradas económicas se han detenido, pero no me falta que hacer en casa y con mi hijo de año y medio. Confieso que desde que llegamos, no he logrado organizar un esquema o rutina diaria, aunque no paro en todo el día, por lo general mis días son a medias; todo me queda a medias, excepto mi hijo. No obstante, más que anhelar volver a tener una rutina, por ahora quiero poder parar un rato.
Nunca prevé, así como le debe haber pasado a la mayoría, que este virus iba a terminar en pandemia y nos iba de “golpe” a llevar a vivir nuestras vidas de manera diferente.
Por ejemplo, el otro día salimos para ponerle la vacuna contra la influenza a nuestro hijo y pasamos por fuera de la casa de mi mamá y papa, saludándonos a través del auto nosotros y ellos a través de la reja, fue lindo verlos pero triste a la vez no poder abrazarlos, demostración de cariño que quizás no podremos hacer por un rato y que tan natural se sentía hace un tiempo.
Otro ejemplo es el estar todo el día en casa. Antes pasaba gran parte del tiempo en mi casa por mi hijo, desarrollando parte de mi trabajo desde mi hogar y saliendo para entrevistar o atender, saliendo a parques o simplemente a dar una vuelta en coche con mi chiquitito, salía a hacer trámites, visitar a mi mamá y papá, juntarme con amig@s, etc. Ahora con la cuarentena obligatoria que nos tocó por vivir en una de las comunas que tiene un gran número de contagios debemos pedir permisos para salir, los cuales no incluyen todo lo que nos gusta o necesitamos hacer, restringiendo de alguna manera nuestra libertad, sin embargo estoy de acuerdo con la medida, la cual a mi parecer podría extenderse a otros lugares para ayudar a que no sigan habiendo más contagiados y ojalá en un corto plazo poder erradicar esta situación. No hago lista gorda al impacto económico que esto acarreará a nuestro país y a cada uno de nosotros individualmente, pero algo hay que hacer.
Por otro lado, como les mencioné, mi marido está en casa trabajando en remoto, algo nuevo también en nuestra dinámica de pareja, pero hasta el momento ha sido algo fortalecedor y nutritivo, pudiéndonos complementar armónicamente en los diferentes quehaceres y momentos. Nuestro hijito goza de la presencia de ambos y nosotros también de poder tener más instancias para disfrutar los tres juntos.
Una especie de estado de shock post situación crítica me acompaña, asimilando día a día sus implicancias e impacto en nuestras maneras de vivir, las que dábamos por sentado y sentíamos tan naturales. Quiero hacerme el tiempo para la quietud, esto de alguna manera nos está invitando a parar, a mirar, a reflexionar; si queremos cambios ya no podemos seguir haciendo las cosas como las veníamos haciendo, nuestro foco debiese ser la sororidad, colaboración, respeto y amor, y no tan solo entre los que nos conocemos, sino hacia toda la humanidad y el planeta que nos cobija. Es una oportunidad para conectarse con uno mismo y con los que convivimos. El día a día y las actividades que hacemos a veces no nos brindan un tiempo de calidad para nosotros mismos y con los nuestros, nos llenamos de actividades para aprovechar el tiempo, esta es la ocasión para aprovechar de estar en familia o con los nuestros, escucharnos, acompañarnos, enfrentar nuestros fantasmas, hacernos cargo de nuestros dolores y sanarnos. Con esto no quiero decir que todos estemos “enfermos”, pero sí creo que todos tenemos algún tema que resolver para crecer.
Lo incierto del escenario a futuro y sus consecuencias me producen miedo, pero quiero confiar que vamos a estar bien y no lo dejo a la suerte, sé que cada uno de nosotros tiene que aportar su granito de arena para que nos podamos volver a levantar y co-construir la realidad que queremos, una mejor y más sana.
Quiero agradecer lo afortunada que soy de poder estar viviendo esta situación con mi familia, saber que mi mamá y papá están sanos y se están cuidando, tener un techo, comida y salud, tener vecinos buena onda, amig@s apañador@s, ver que cada vez somos más personas que nos preocupamos por el de al lado, por los animales, la naturaleza. Todos podemos cooperarnos, partamos por ser conscientes y precavidos. De esta vamos a salir todos juntos, no de manera individual y aislada. Que esto que estamos viviendo nos enseñe a vivir en colaboración y respeto por nuestro prójimo, sin importar su tinte político, recursos económicos, raza, identidad de género, etc.; el COVID-19 no hace distinción!
Andre:
Suena el despertador, me levanto, me ducho, me visto, prendo el computador, me hago un café, envío un correo a mi jefa indicando que inició mi jornada y mientras reviso correos nuevos y mi calendario para ver como se viene el día, escucho de fondo las noticias en donde día a día muestran cómo avanza esta pandemia y como nos va afectando a todo nivel.
Entremedio, reviso mi WhatsApp para saber cómo amaneció mi pololo y darle los buenos días, creo que desde siempre hacemos esto, pero más hoy en día espero con ansias recibir su mensaje, ya que de alguna manera hace que me sienta cerca de él, y que, a pesar de la distancia, seguimos siendo los mismos, de alguna manera es como nuestro pequeño rito.
8:30 hrs partimos con la reunión de equipo del día, si bien estamos todos lejos escuchar sus voces y saber que están todos bien, recarga un poco de energías para el día y nos acerca dentro de esta nueva forma de trabajar. A ratos se escuchan de fondo voces de hijos, pareja, familia, que nos traen devuelta a esta “nueva realidad” donde si bien tenemos la opción de poder seguir trabajando desde casa, y lo agradezco muchísimo, se agregan otros elementos que a ratos lo complican, como tener que compartir los espacios, dar atención a los hijos, a la casa, a la familia etc.
Terminamos la reunión, dándonos siempre energía para este nuevo día, y cada cual continua con sus actividades. A ratos debo recordar hacer pausas, ya que el trabajo puede ser súper absorbente, los primeros días pasaba de largo y recordaba que tenía que almorzar casi a las 5 de la tarde, por lo que de a poco he ido buscando maneras de organizar mejor mis tiempos.
Tengo la suerte de estar viviendo esta cuarentena junto a mi mamá y mi hermana, ¡y llevarnos bien! además, en casa, lo que permite separar de forma más fácil los espacios. Es fuerte pensar que hace tan poco estuvimos por años viviendo de forma separada, en el extranjero incluso, y la vida nos volvió a juntar. Estar las 3 juntas de nuevo da esa sensación confortable de cómo era cuando éramos pequeñas, las 3 contra el mundo, pero con la madurez y vivencias que cada una ha ido acumulando a lo largo de estos años.
Sin embargo, estoy lejos de la persona que amo, el cuál además está cumpliendo una tremenda labor como enfermero, de cara a este virus. Nuestra lejanía física me genera en todo momento una mezcla de emociones: orgullo por su tremenda labor, miedo y preocupación porque le pase algo, angustia por no poder verlo, abrazarlo, besarlo, añoranza por estar juntos y reírnos, sentir su presencia cerca de mí, recuperar esos momentos que fueron arrebatados de un día para otro. Es triste a ratos pensar en que todos nuestros proyectos y planes están en una pausa indefinida y que sólo podemos mirar el día a día. Para no caer en la frustración tratamos de pensar en que un día que pasa es un día que nos acerca al volver a vernos, y a retomar todo aquello con lo que soñamos.
El sonido del skype me hace volver a la realidad sacándome de estos pensamientos, ¡alguien necesita ayuda o apoyo con algo y me encuentro a mí misma dándole ánimos! no sé de dónde sale esa motivación, pero empujar a otros me ayuda también a mí y me deja esa sensación de bienestar para continuar el día.
Las horas pasan rápido, termino mi jornada, apago el computador y retomo mi "rutina" post trabajo. Hace años que soy parte de un equipo de trail running, con el cual nos juntamos a entrenar en el cerro, una de mis partes favoritas del día, ya que somos una manada, una familia, nos reímos y apoyamos. Además, es mi momento y espacio sagrado, honestamente la parte de mi día en donde realmente me relajo mentalmente. Cada uno entrena para diferentes competencias, en donde hay muchísimo tiempo invertido, por lo que esta situación nos pegó fuertemente en toda nuestra planificación, debido a que se cancelaron los eventos, y es incierto lo que sucederá a fin de año, lo que ha hecho que cada uno busque la forma de no perder la motivación, considerando la falta del objetivo.
Mi entrenadora rápidamente buscó la manera de mantener unido al equipo bajo esta modalidad “indoor” impuesta, y darnos la motivación para seguir entrenando, a través de diferentes desafíos que cada uno debe realizar y grabar. Producto de eso, mi casa está llena de implementos deportivos, de repente hasta una mesa te puede servir de implemento, todo con la finalidad de poder hacer esa desconexión y no perder la condición física que harto sacrificio y esfuerzo tiene detrás. Además, con mi pololo compartimos esta pasión por el deporte, asi que a ratos nos conectamos para hacer alguna clase virtual que también nos permite seguir haciendo actividades juntos y olvidar por ese tiempo lo que está pasando.
Termina el deporte, comemos algo con mi mamá y hermana, y luego viene mi parte favorita del día videollamada con mi pololo. Debo agradecer que tenemos esta posibilidad de conexión, en donde poder escuchar su voz y verlo en pantalla permite sentirnos un poco más cerca, aunque claro también me recuerda cuando lo extraño, y me encara con esta realidad tan bizarra que intento olvidar al llenar de actividades mi día. Creo que esta situación nos pone un gran reto como pareja, reinventarnos bajo esta nueva realidad, conectarnos a pesar de la distancia, hablar de nuestras emociones, de cómo nos sentimos, entregarnos este apoyo sin el contacto, donde a veces es duro, ya que se necesita sentir ese abrazo fuerte, esa contención física y no se puede tener.
Creo que lo que más me angustia de esta situación es sentir que todos los días son iguales, el no saber cuándo va a terminar y ¡que nadie lo sepa! Por ello constantemente vivo con una sensación de angustia, de ansiedad que nada calma y que se siente en el ambiente.
Sin embargo, tengo mucho que agradecer, creo que este tipo de situaciones extremas te ponen un tremendo reto y te enrostran lo mucho que tienes, te enseñan a valorar todas esas pequeñas cosas que a ratos las ves como si fueran dadas, pero cuando te las quitan entiendes lo valiosas y significativas que eran. Siento que es una oportunidad de volver a conectarnos, tanto con tus seres queridos como contigo misma, desde otra mirada, desde aquello que realmente te hace bien, te nutre, esas cosas simples.
A su vez, creo que este covid-19 realmente nos puso de frente el ser empático con el de al lado, sin importar clase social, sexo, edad, etc. y entender que somos todos igual de frágiles, que necesitamos el contacto con el de al lado, que tu sufrimiento puede ser diferente al del otro, pero no por eso mejor o peor. Creo que esta pausa de mundo, nos da un espacio para salir del ritmo vorágine que hace muchos años como sociedad vivimos, y entender que hay cosas mucho más importantes que el producir, o el cumplir con una rutina o el consumismo por tenerlo todo, como forma de “ser feliz”.
Honestamente siento que gran parte de lo que va a permitir superar esta situación es el pensar en el otro, el quedarme en casa para ayudar a que esto no se siga expandiendo, y dejar de pensar en lo que “yo quiero”. Ojalá todos pasemos la prueba y logremos ayudarnos entre todos, ya que juntos es la única forma de salir adelante de esto.


