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Sororidad ¿por qué?

  • Foto del escritor: No Estamos Solas
    No Estamos Solas
  • 25 oct 2018
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 7 mar 2019


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Breve historia de la Sororidad


El término sisterhood fue propuesto a finales de los años 60 por la escritora estadounidense Kate Millett, una de las principales referentes del feminismo radical de la segunda ola. El significado semántico de hermandad de mujeres (sister: hermana en inglés) se mantuvo en la traducción a otras lenguas recurriendo al latín “soror” (sororité en francés, sorellanza en italiano, sororidad en castellano). Millett acuñó el nuevo término para nombrar la unión de todas las mujeres sin hacer distinción de clases sociales u origen étnico. Esta idea se plasma de manera clara en el célebre lema “Women of the world, unite!”.


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El intento más ambicioso de trasladar a la práctica organizativa este marco teórico fue la fundación, en 1966, de la National Organization of Women de los Estados Unidos, entre cuyas fundadoras encontramos a la propia Kate Millet o a Betty Friedan, figura central del feminismo liberal estadounidense. Desde el momento de su aparición, NOW demostró tener serios problemas para comprender y aceptar la no homogeneidad del sujeto mujer y el modo en que otras opresiones y situaciones de explotación interseccionan con la opresión de género. Por ejemplo, son famosos los enfrentamientos públicos que miembros del colectivo STAR (Street Travestite Action Revolutionaries) mantuvieron con activistas de NOW por excluir a las mujeres trans.


En 1984 Hazel V. Carby, historiadora feminista y activista afroamericana, publicaba un artículo titulado “White women, listen! Black feminism and the boundaries of sisterhood” en el que criticaba el concepto teorizado por Millet y desmontaba la pretensión de universalidad de los principales conceptos de análisis feminista (patriarcado, familia, reproducción), demostrando su inutilidad para comprender e interpretar la vida de las mujeres negras.


La recuperación de la idea de “sororidad” por el movimiento feminista más reciente busca referenciarse conceptualmente en los feminismos comunitarios latinoamericanos y en la redefinición del término realizada por la antropóloga Marcela Lagarde, quien define la sororidad como una dimensión ética, política y práctica del feminismo contemporáneo. Es una experiencia de las mujeres que conduce a la búsqueda de relaciones positivas y a la alianza existencial y política, cuerpo a cuerpo, subjetividad a subjetividad con otras mujeres, para contribuir con acciones específicas a la eliminación social de todas las formas de opresión y al apoyo mutuo para lograr el poderío genérico de todas y al empoderamiento vital de cada mujer.


¿Cómo llegamos a que la Sororidad fuera el foco de No Estamos Solas?


Cuando pensamos en las relaciones entre mujeres, viene a nuestra mente lo complejo que puede ser a veces el lograr empatizar con otra sin caer en la rivalidad o en la crítica. Es como si desde pequeñas estuviésemos programadas a odiar per se a la otra, en una eterna competencia (quien es la más linda, la que mejor baila, la con el vestido más lindo, la mejor mamá/hija, etc.), como forma de sobrevivir en este mundo dominado por hombres, lo cual va acompañándonos a lo largo de nuestro crecimiento y “asociado” al ser mujer. Sin embargo, en el caso de los hombres pareciesen que tuvieran una complicidad de género natural, con ciertos códigos invisibles de respeto y compañerismo que desde pequeños los van acompañando, en donde siempre va a primar la defensa del género por sobre las otras cosas.


¿Por qué tanta rivalidad entre nosotras, si todas estamos tratando de sobrevivir en un mundo altamente machista, y por ello vivenciamos las mismas injusticias y frustraciones?


Cuando comenzamos con la idea de este blog surgió en nosotras esta interrogante, ya que fuimos escuchando testimonios, conversaciones, charlas y observando los movimientos sociales que comenzaron a tomar fuerza en Chile y en el mundo, que finalmente nos mostraron que existían temas en común entre nosotras, que llevábamos muchos años aguantándonos la rabia, la frustración, pensando que era sólo de cada una, que la de al lado no iba a entender, pero que finalmente éramos todas cuestionándonos lo mismo, cada una a su manera. Desde aquí llegó a nosotras la hermosa palabra, tan escuchada y manoseada en el último tiempo: “SORORIDAD”.


Sororidad, tal como la mencionamos en nuestro primer artículo, hace referencia a la relación de hermandad y solidaridad entre las mujeres, que genera redes de apoyo entre nosotrasy gracias a esto, poder eventualmente generar cambios a nivel de sociedad. La base de la Sororidad es el ver a la otra como una igual en su propia versióny con ello, ser empáticas, entender que todas compartimos los mismos procesos, las mismas angustias y presiones del medio.


Cuando una empieza a ver que los temas de conversación entre diferentes mujeres se repiten, cuando frente a un ataque a una mujer, como lo ocurrido con la manada en España, genera una reacción instintiva de rabia y unión entre mujeres de diferentes partes del mundo, una empieza a entender y sentir que así como en el caso de los hombres, tenemos una conexión natural entre nosotras, que va más allá de las diferencias individuales que nos hacen únicas, que permite entender un poco mejor a la de al lado, y que cuando nos unimos podemos generar presión y hacernos notar como una sola voz.


Todo lo anterior nos motivó al estudio de género y a querer contribuir a las mujeres, razón por la cual desarrollamos la iniciativa “No Estamos Solas”, dándonos cuenta que si queremos que sucedan cambios en nuestro país y en las distintas esferas de participación de nuestro género, de manera individual se convierte en una difícil tarea, por no decir, casi imposible, pero si trabajamos como colectivo, podemos cambiar el mundo y transformar nuestras vidas. Fue en este desarrollo que la palabra Sororidad nos invitó a cuestionarnos nuestras propias creencias respecto a nuestro reconocimiento dentro del género mujer, conectándonos con otras mujeres desde la hermandad, aceptando y respetando nuestras diferencias, entendiendo que compartimos procesos de vida, pero que los significamos y vivenciamos de distintas maneras. Al mismo tiempo, nos invitó a ser más compasivas con nosotras mismas, a aceptarnos y querernos por lo que somos y queremos ser, cambio que nos facilitó el ser más compasivas y empáticas con los procesos y creencias de nuestras pares.


Si bien es cierto que es difícil poder empatizar con todas, debido a que en muchas ocasiones la Sororidad es un paradigma complejo, ya que seguramente conocemos mujeres y/o nos encontraremos en el camino con algunas que no nos despiertan sororidad, por no compartir la misma visión , tener valores distintos, etc., la sororidad tiene que ver con el respetar eso y en ese sentido, en vez de criticar o hacer comentarios ofensivos hacia la otra, no fomentar por ejemplo el cotilleo. Si bien la sororidad busca el que seamos capaces de vernos como hermanas, no significa que seamos todas amigas o nos llevemos todas bien, pero si que nos respetemos como seres únicos y valiosos. Fuimos criadas para competir entre nosotras, para vernos como rivales, por lo que desafiar y cambiar ese conjunto de creencias requiere de valentía, trabajo y tiempo; ya que a pesar que estas creencias no las escogimos, las aceptamos.


Quizás, si se generalizaran las condiciones para que todas viviéramos en bienestar, donde contemos con una realización vital de nuestros derechos humanos y que todas tuviéramos acceso a los mismos recursos, podría facilitarse la adopción dentro de nuestra creencias de la Sororidad como motor de vinculación entre nosotras.


Toda acción es un granito de arena que constribuye a los cambios y a la unión, recuerda que No Estamos Solas.

 
 
 

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