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Maternidad: segunda parte

  • Foto del escritor: No Estamos Solas
    No Estamos Solas
  • 20 feb 2020
  • 3 Min. de lectura

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La Maternidad, que proceso más maravilloso y complejo a la vez: creas, das vida y eres responsable de esa persona por un buen tiempo, si es que no es hasta que dejas de existir, y no tan sólo de su sobrevivencia, sino también de su educación, salud, valores, experiencias de vida, etc., etc. Es una de las responsabilidades más desafiantes de la vida.


Este proceso que podemos compartir muchas mujeres se compone de múltiples experiencias, sin embargo la vivencia y significado es personal, por lo que lo que leerán a continuación puede hacerles sentido como no también y eso está bien!


El ser madre ha ido cambiando en el tiempo, en nuestro siglo la maternidad se vive distinto a como lo vivieron quizás nuestra madres, abuelas, bisabuelas y así hacia atrás nuestras antecesoras mujeres. Antaño era más común que las mujeres que eran madres se dedicaban por completo a la crianza, a la casa y a la pareja o marido si es que tenían (sistema y estructura muy marcada por el patriarcado), tenían más de un hijo, llegando en algunos casos a más de 10, wow ¿cómo lo hacían?


Hoy en día las mujeres que decidimos ser madres -sí, hoy lo decidimos, antes más bien era algo que se tenía que ser-, antes de serlo queremos cumplir varias metas: carreras/títulos, profesión/trabajo, aventuras personales/viajes, desarrollo personal y así también, encontrar a ese alguien para tener familia. Por lo tanto, se nos agrega otro rol a nuestras vidas: ser madre, lo que se suma a todos los otros que como mujeres adquirimos en los tiempos actuales. Además, hoy en día como que es mal visto que sólo te dediques a la maternidad, tienes que trabajar fuera de casa y tener éxito profesional; por eso es más común ver familias con hij@s únicos y madres de mayor edad, y algunas mujeres ni siquiera quieren ser madres, por ejemplo.


También antaño se vivía el proceso de ser madre más en comunidad: la mamá, la abuela y así otras mujeres acompañaban a la primeriza en sus labores: ayudando, aconsejando y/o enseñando. En cambio ahora no nos concedemos mucho el tiempo (segundo recurso escaso) de vivir nuestra maternidad en comunidad, a menos que tengas a tu mamá o abuela cerca, amigas con hijos o asistas a grupos como por ejemplo para practicar yoga post natal, kagatraining y así otros espacios que se han ido creando en la actualidad para emular la comunidad, que por lo demás harto ayudan y aportan a una crianza compartida en cuanto a la información y contención que se puede recibir y dar.


Sin embargo, a través del tiempo algo no ha cambiado: el amor infinito e incondicional que se siente por los hij@s, y uno aprende a ser madre haciendo y no dejas de aprender nunca. Y así como es la vida llena de contrastes, también así sentimos y vibramos: mucho cansancio, frustración, miedo, dudas, soledad y ganas de mandar todo a la cresta a veces, pero cuando nos sonríen, vemos sus pasos, avances, cambios y logros, todo se vuelve maravilloso y recuerdas lo hermoso que es ser madre, y lo poderosa que eres al dar a luz a un ser vivo, te empoderas y tienes la sensación y convicción de que eres capaz de cualquier cosa.


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¡Ser madre es complejo y hermoso a la vez!


Y hablando de aprender haciendo, parece que algunas madres se les olvida que también tuvieron que aprender a ser madres y te juzgan como si fuesen las expertas en maternidad, como si tuvieran hij@s súper humanos, y otras que te juzgan y ni siquiera tienen hij@s, otra cosa es con guitarra queridas! Finalmente cada madre o familia hace lo que mejor cree para sus hij@s, con las herramientas y recursos que tiene.


Para aquellas madres que están leyendo esto y algo les hace sentido, les decimos: ¡No Estamos Solas!

 
 
 

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