¿Nueva Normalidad?
- No Estamos Solas
- 7 may 2020
- 9 Min. de lectura

Andre:
Ciertamente hay un nuevo mundo, claramente marcado con un antes y un después, en donde no hay una vuelta atrás, nos guste o no, ya que se generó un quiebre. Sin duda, todo esto nos está haciendo cambiar en diferentes niveles y nos está enseñando a vivir distinto. A ratos me envuelve esa mezcla emocional de pena, rabia, angustia, por querer volver al tiempo atrás, que las cosas sean como antes, despertar de esta pesadilla, pero inevitablemente es nuestra realidad y como tal, hay que buscar la manera de empezar a sobrellevarla.
El sentirnos confinados nos mostró las libertades de las que gozábamos, algo tan simple como salir a caminar, a comprar, a correr, ir a tomar un café, o visitar a un amigo o a nuestras familias, que hoy parece tan lejano. Literalmente debemos pedir “permiso” para poder salir, y ya el hacerlo es extraño, porque debemos realizar todo un ritual: usar una mascarilla, estar constantemente pendientes de no tocar nada, andar con alcohol gel, estar a una distancia de 1mt con la persona de al lado, si alguien tose o estornuda el cuerpo inmediatamente se tensa, vamos rápido, el tiempo justo y necesario. Cuando volvemos a casa es casi un alivio, también viene todo un proceso de desinfección de los zapatos, a veces la ropa que usamos, sacarse la mascarilla al fin (la cual realmente es muy incómoda), limpiar con cloro todo lo comprado, etc.
A ratos me pregunto ¿en qué momento podremos salir sin hacer todo eso?, ¿volveremos a sentirnos “seguros “afuera?, porque en algún minuto vamos a tener que aprender a vivir con este virus, no podemos estar encerrados para siempre.

Se pusieron sobre la mesa de golpe temáticas que hace mucho se cuestionaban si iban a resultar o no, como el trabajo remoto. Vivimos en un país muy paternalista en el cual se tiene la visión de que si el jefe no está encima del colaborador este no trabaja, por ello era muy difícil de aceptar en algunos lugares de trabajo la opción de que una persona pudiera trabajar desde su casa. Con esto se ha visto no sólo que funciona, sino que incluso estamos trabajando muchas horas más.
Sin duda este teletrabajo impuesto que estamos viviendo está dentro de un contexto extremo, donde está toda la familia en casa, con padres que hacen el intento de trabajar, ayudar a sus hijos con las guías del colegio, buscar formas de entretenerlos, considerando que no se puede salir y realizando las labores de la casa. En ese sentido, creo que comenzó a cobrar mucha relevancia la importancia de la separación de la vida laboral y vida personal. Por un lado, el estar todos en la misma situación nos ha hecho ver al compañero o al jefe como persona. Más de alguno cuando ha estado en reunión ha escuchado o visto a los hijos asomarse en la cámara o escucharlos, e inevitablemente comienzas a preguntar por ellos y a compartir experiencias más allá de lo laboral. A su vez, se ha sumado a la conversación el preguntar cómo estás tú y tu familia, o el espero estés bien tanto tú como tu familia, lo que muestra una cercanía distinta, que te hace sentir que estamos todos juntos en esto.
Siento que esta vuelta hacia la persona puede ser una bonita puerta de entrada a que realmente el trabajo sea una actividad limitada a ciertos días y horarios, y que aprendamos a desconectarnos y reconectarnos con nuestras familias y espacios personales. Una frase que en algún momento me dijo una gran mentora fue “El trabajo es trabajo, no es tu vida”, lo cual trato siempre de tenerla presente y creo que es un buen recordatorio para no olvidar que hay cosas más importantes afuera.
Sin embargo, a la vez hemos visto con más fuerza la desigualdad presente en nuestro país: personas que viven del trabajo del día a día, que fueron despedidas o que sus empresas decidieron acogerse a la ley de seguridad del empleo, que no tienen ingresos para poder mantener a sus familias estos meses y donde además, el gobierno entrega soluciones parche para algunos debido a que no cuenta con la capacidad para responder.
¿Será el momento en que finalmente se haga un mea culpa y se realicen las reformas que hace mucho tiempo se están pidiendo? ¿Tuvimos que llegar a este extremo para que finalmente se haga visible lo que hace mucho tiempo se estaba gritando?
Sumado a lo anterior, vemos como para continuar con el año escolar se han intentado implementar las clases online en diversos colegios, pero ¿cómo lo hacemos en todos aquellos hogares en dónde no se tiene la capacidad financiera para comprar un computador y por ello menos aún el contratar un plan de internet?
Sin duda son interrogantes y temas que se tendrán que tratar sí o si, ya que no se pueden seguir ocultando debajo de la alfombra.
Otra temática que sin duda se ha puesto en alerta es el aumento de la violencia intrafamiliar en algunos hogares, debido a que muchas mujeres han tenido que convivir en cuarentena junto a su agresor. Si una persona que tiene un manejo normal de la agresión se siente más rabioso por el encierro, imaginen como sería para alguien que es agresor. Es cierto que se han ido adoptando medidas para poder ayudar, como el poder arrancar a pesar de que exista cuarentena o toque de queda, o las palabras claves para pedir ayuda, pero me pregunto ¿A dónde va esa mujer cuando arranca?, ¿a quién pide ayuda?, ya que muchas veces no cuentan con una red de apoyo y deben terminar volviendo al mismo lugar en donde vive su agresor. Sin duda es una temática que vale la pena discutir más en detalle en otro momento.
Uno de los aprendizajes con los que me quedo es el darnos cuenta de que podemos subsistir con pocas cosas, lo valioso que es tener un huerto en casa, que no necesitamos llenarnos de productos procesados, todo lo contrario, a veces es mucho mejor cocinar, hacer nuestro propio pan o nuestras propias recetas, lo que suma el toque hogareño, ya que el cocinar se vuelve una actividad de familia, ¡hasta sabe más rico!
Cuando nos volvamos a encontrar, seguramente el saludo será diferente: un hola de lejos para aquellos desconocidos y un beso o un abrazo a nuestros más cercanos, lo que seguro generará una diferencia en la calidez de los contactos. El reunirnos, posiblemente cada vez más esté reservado para aquellos más cercanos y posiblemente será más en las casas que en lugares externos. Creo que disfrutaré mucho más las juntas con mis amigos o con la familia, poner un picoteo, tomar un rico vino, reírnos, disfrutar de la compañía.
La forma de trabajar posiblemente tendrá que ser distinta, quizás en turnos, mezclando días en casa y otros en oficina, para que no exista una gran cantidad de personas en un mismo espacio, pero a su vez la asistencia física necesaria para reforzar el sentido de equipo y pertenencia.
Sin duda el uso de transportes ecológicos como la bicicleta será una gran aliada para el traslado y evitar en parte las aglomeraciones que involucran el tener que tomar el transporte público. Será un reto utilizarla con mascarilla, lo hice hace poco y quedé mareada por la falta de oxígeno.
Sin embargo, en mi cabeza lo que más me resuena hoy en día y que quizás será mi motor de aquí hacia adelante, es ¿y si no es ahora, cuándo? Por muchos años hemos vivido con la idea de trabajar, producir, avanzar para en un futuro poder disfrutar, pero esta pandemia nos ha mostrado que las cosas pueden cambiar de un golpe, y ¿realmente disfrutamos?, ¿vivimos a plenitud?
Por supuesto es bueno tener metas, ser perseverantes, querer avanzar, pero ¿cuándo y cuánto es suficiente? A veces nos enfocamos tanto en lograr un objetivo que no disfrutamos el camino hacia allá. Cuántas veces hemos comprado cosas pensando en usarlas para una situación “especial” y finalmente nunca la usamos o cuando queremos usarla su tiempo ya pasó.
Creo que esta pandemia nos está recordando lo frágil que es la vida y lo duro que es cuando nos cortan las alas, como sentimos ahora de alguna manera. Debemos vivir hoy, aceptar esa invitación a salir, dar ese paseo que tenemos siempre pendiente para más adelante, abrazar, besar y decir te quiero más seguido.
¡Que no se nos pase el tiempo, vivamos a plenitud y disfrutemos de las cosas simples!
Paty:

Cuando la Andre me propone que escribamos sobre cómo nos imaginamos viviendo la “Nueva Normalidad”, primeramente me quedo como bloqueada, no porque no hubiese pensado en ello, de hecho había fantaseado imaginándome un mundo distinto y mejor, bien cliché pero por qué no? Entonces me invito a, de manera consciente, reflexionar sobre esta nueva vivencia, de lo cual surge lo que les comparto a continuación:
Esa misma noche tuve dos sueños más cercanos a pesadillas, en donde la vida post pandemia era más bien caótica, habiendo un gran número de personas sin consciencia, valoración y por ende respeto por la salud y bienestar de todos; ciegos a la interdependencia de los humanos, siendo que lo que estamos viviendo nos lo está enrostrando de varías formas.
Con esos sueños, que no entro en detalle sobre sus contenidos porque serían dos artículos más, me di cuenta que siento susto, natural creo yo cuando tu rutina de vida y proyectos cambian de un momento a otro y el futuro se vuelve incierto de alguna manera. Además que los sueños tan alejados de la realidad no estaban, siguen habiendo personas que “no están ni ahí”.
Por ejemplo, el simple hecho que era salir de tu casa (en general) ya no será lo mismo, al menos por un buen rato. Ahora usamos mascarillas, nos saludamos y despedimos sin besos o abrazos o simplemente un apretón de mano. Hay que mantener distancia social y evitar aglomeraciones, situaciones que habitualmente experienciabamos así, como por ejemplo en el metro, micro, banco, restaurantes, etc., etc. Y cuando regresas a casa te tienes que someter a una especia de rito de limpieza y desinfección (lo mismo que hago con cada compra que realizamos de alimentos u otros). Entonces como que igual me da miedo salir, ya que no sé si aunque siga todo al pie de la letra, no tenga la mala fortuna que me contagie, me agarre mal y además pueda contagiar a otros, que podrían ser mis seres amados. Con esa idea ya me imagino difícil soltarme a la “Nueva Normalidad”, sabiendo que el virus aún estará presente en nuestras vidas y no todos están en la misma frecuencia de cuidarse y cuidar al de al lado.
Otro ejemplo, ¿seguirá el teletrabajo?, cambio cultural que me parece súper positivo, que te permite seguir realizando tus funciones tanto si trabajas dependiente en una organización o bien si eres independiente, sin embargo fue tan drástica la implementación -entendiendo que las circunstancias no dejaban mucho espacio para otras alternativas- que no tuvimos ni tiempo para asimilar el cambio, sino que hubo que adaptarse en la marcha; en donde toda la familia con quien convives está en casa 24/7 y si además tienes niños, el responder en los diferentes ámbitos ha sido bastante complejo, teniendo que reorganizar roles y tareas dentro de la dinámica familiar y hogareña, terminando a veces muy agotados todos. Asimismo, también se han agregado otros roles, como por ejemplo el de “padres pedagogos”, para dar continuidad a los estudios de sus hijos que se encuentran en etapa escolar, respondiendo a las exigencias que tiene cada colegio, que por lo que me han transmitido algunas mamis amigas, algunas veces es bien agobiante.
Por otro lado me pregunto ¿qué ocurrirá con esos cargos que su ámbito de acción no lo pueden hacer desde casa?, ¿se reinventarán o cesarán?, ¿aumentarán los despidos? ¿Qué ocurrirá con la economía y cómo esto impactará en la forma de vivir de las personas? Y viceversa también, ya que las personas también alimentamos el sistema económico (a través del consumo por ejemplo).
Los sistemas económico, educativo, de salud, de seguridad social, entre otros, también están siendo golpeados y no desde hace poco, sino desde el estallido social, por lo tanto hay que revisar como están funcionando, implementar mejoras; ya no se pueden hacer las cosas como se venían haciendo, hay que generar leyes inclusivas que dejen de privilegiar solo a algunos, brindar oportunidades y posibilidades por igual a toda la ciudadanía.
Honestamente me invaden un montón de cuestionamientos y sensaciones, pero me doy cuenta que sólo esperar a ver qué sucederá me posiciona en un rol muy pasivo y como dijo Maturana: “Para definir hacia dónde vamos, tenemos que empezar yendo ahora. El futuro no está allá, está aquí y aparecerá de una u otra manera según cómo me conduzco”.
Entonces, está en nosotros comenzar ahora los cambios que vemos necesarios para un mejor vivir, para vivir una vida más sana, consciente y conectada con nosotros mismos y los otros, en coordinación con la naturaleza y sus seres vivos, una vida más austera y autosustentable, brindándonos tiempo de calidad para nosotros mismos y para compartir con nuestros seres amados, criar a nuestros hijos con dedicación y respeto. Es necesario sacar lecciones de lo que está ocurriendo, la ceguera y pasividad no están siendo los caminos adecuados para vivir en paz y disfrutar todo lo que tenemos. Aprovechemos la tremenda oportunidad que tenemos para gozar de vida y poder disfrutar de aquellas personas, gestos y acciones que nos llenan el alma y no el ego. Esta pandemia nos está mostrando de varias formas lo esencial, saquémonos las vendas.

Creo que las grandes ciudades no cultivan lo anterior, es cosa de mirar por ejemplo cómo se estaba gestando la vida en el gran Santiago y lo que está sucediendo ahora con esta pandemia. Es hora de descentralizar, brindando recursos y oportunidades a cada región, aún en algunos lugares se puede vivir de manera sustentable y con calidad de vida, ojalá esa filosofía de vida se expandiera a más lugares y más personas pudieran tener la oportunidad de cambiar sus estilos de vida.
Con tristeza he observado lo egoísta y soberbio que puede llegar a ser el ser humano, sin embargo también he visto gran bondad y amor, buenas ideas para co-construir algo mejor y salir fortalecidos de todo esto, con sabiduría para vivir en armonía entre nosotros y cuidando el planeta que nos abraza día a día. Las barreras las ponemos nosotros mismos.
Comienza por quedarte en casa si es que nada estrictamente necesario te lo impida y si es así, usa mascarilla. Con esas acciones no solo te estas cuidando a ti, también estás siendo solidario con el de al lado.
¡Junt@s somos más, junt@s somos poderos@s!


